viernes, 22 de junio de 2012

A CONTAR...

Nadie cuenta los dedos como ella.

Cuando me acerco, coge y palpa con sus manos uno a uno mis dedos. Comienza: "uno... dos... tres... cuatro... ¡cinco! ¡SON CINCO! -exclama asombrada-.

Luego repaso con ella:
- ¿Cinco y cinco?
- Diez.
- ¿Diez y diez?
- Veinte.
- ¿Veinte y veinte?
- Cuarenta.
- ¿Cuarenta y cuarenta?
Duda
- Sesenta.
- Ochenta.
Corrijo a la vez para que no parezca una corrección. Y este ritual acontece todos los días. Es maravilloso.

Ella tiene voz de miel cortada y quebrada, sonrisa plácida y serena; es toda manos, oídos y corazón. El resto del cuerpo no le funciona. Nadie cuenta los dedos como ella. No es una niña pequeña. Es mi madre. Tiene noventa y dos años. Es un ser totalmente indefenso y dependiente ávido de amor y caricias. El Señor me bendijo con su paz.

Nunca pensé que nadie pudiera hacerme tan feliz solo por contar mis dedos.